Desarrollismo involutivo

Decada del 60

La década del sesenta, se caracterizó por marcar un cambio radical en el modelo económico y una destrucción total de todo lo asociado al Peronismo. Proscripto el Partido Justicialista, el ganador de las elecciones de 1958 sería Arturo Frondizi de la Unión Cívica Radical Intransigente.

Dejó atrás el modelo de industrialización por sustitución de importación, para avanzar hacia un desarrollismo menos impulsado desde el Estado y más orientado al desarrollo de la industria pesada como consecuencia de la instalación de empresas multinacionales.

Su economista sería Álvaro Alsogaray, sus políticas de apertura del mercado para el ingreso de divisas terminaría con una recesión en 1962, con la que se vería afectada la industria argentina, particularmente en la siderurgia y la industria del automóvil. Las empresas extranjeras empiezan a ganar  terreno después de la gran devaluación del peso.

La política exterior de Frondizi buscaba acercarse a la administración de Kennedy en Estados Unidos, pero a su vez mantenía una línea independiente que lo llevó a oponerse a la exclusión de Cuba del sistema interamericano. Una decisión que sería tomada como excusa en el posterior golpe de estado en 1962, y por lo que fue catalogado de comunista encubierto.

Ya en 1961, la industria nacional se encontraba devastada ya que las importaciones se pagaban con dólares y en Argentina eran baratos y fáciles de adquirir. Estas políticas se seguirían manteniendo a través de toda la década y también en posteriores. “Entre marzo y noviembre de ese mismo año, las reservas del Banco Central disminuyeron en 200 millones de dólares, comprados por los importadores de artículos que se producen en el país, de manera que el esfuerzo del sector agropecuario para obtener divisas mediante las exportaciones vuelve como una catapulta y destruye la industria” dice Rogelio García Lupo en su libro “Contra la ocupación extranjera”.

Además de haber participado como economista tanto en el gobierno de Frondizi como en la dictadura de José María Guido, el nombre de Alsogaray seguiría sonando, esta vez en la dictadura de Juan Carlos Onganía y bajo el cargo de embajador en Washington (1966). El propósito era el de abrir las puertas al capital extranjero, mejorar las relaciones con los banqueros internacionales y gobernar al país con los representantes de estos.

En marzo de 1967 se daría otra devaluación del peso argentino, lo que valió que empresas de capital nacional pasaran a manos de capitales extranjeros, mayoritariamente norteamericanos.

Se dio una suba inflacionaria en los precios de productos básicos como el pan, que paso de 35 pesos el kg a 52 en menos de un año. Esto generó el descontento de la población, con manifestaciones y disturbios que usualmente terminaban con represiones policiales.

En los años posteriores, la situación no cambiaría mucho mas, se siguió buscando la apertura del económica y utilizando a los golpes militares para derribar gobiernos, además seguirían sonando los nombres de Alsogaray y Martínez de Hoz -quien quiso ser economista en el gobierno de facto de Onganía y lo logró luego en la dictadura de 1976- para desbaratar la economía en favor de intereses extranjeros.